El origen de la idea de pecado

Desde que Adán cometió el pecado original (que constituye el "primer encubrimiento de la naturaleza divina del hombre"), la idea de pecado está arraigada en las camadas profundas de la mente de todo hombre carnal. Desde los primordios de a humanidad hasta los días actuales, solamente han existido dos personas que tuvieron, desde el principio, la conciencia de ser exentos de pecado. Uno de ellos fue Sakyamuni (Buda) que, según las escrituras budistas, tan pronto nació declaró "¡En el cielo y en la tierra, soy el ser supremo!", e inmediatamente caminó siete pasos. El otro fue Jesucristo que se llamó a sí mismo "hijo de Dios".
Pero yo, ahora, también me he concientizado de que soy exento de pecado y de que "toda la humanidad es exenta de pecado", y estoy convencido de que transmitirle esa Verdad a toda la humanidad es el único camino correcto para conducirla a la salvación.
¿Por qué ocurre la idea de pecado en el ser humano, que es originariamente exento de pecado e impurezas? La idea de pecado ocurre justamente porque nosotros, seres humanos, sabemos que originariamente somos exentos de pecado. Un ciego de nacimiento, que nunca en su vida vio la luz, no tienen noción de la tiniebla, aun estando en la tiniebla. Un sapo, que nació y creció en un pozo estrecho y nunca conoció la libertad, no sentirá la falta de libertad aunque permanezca en aquel espacio exiguo.

En un cuento de terror titulado El monstruo de la isla, el escritor japonés Edogawa Rampo narra la vida de dos seres humanos que, habiendo sido llevados a una isla desierta cuando aún eran bebés, y sometidos a una operación que consistió en unir toda la extensión de las espaldas de ambos y convertirlos en un "monstruo de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas", allí crecieron y vivieron confinados. Como nunca tuvieron contacto con otras personas, ellos pensaban que ese cuerpo incómodo de "dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas" fuese el aspecto normal de todo ser humano. Pero un día, viendo el aspecto libre de los seres humanos normales, con una cabeza, dos brazos y dos piernas, comprendieron por primera vez que su aspecto grotesco de "dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas" no era el verdadero aspecto del ser humano, y comenzaron a sentir un profundo sufrimiento.

Así es la idea de pecado. La concientización de no estar manifestando el aspecto original perfecto es lo que constituye la conciencia de pecado. Podemos decir que la conciencia de pecado es el gemido del alma del ser humano que busca ávidamente expresar su aspecto original perfecto y libre. Comparemos nuestro aspecto original a la brasa: al cubrirse las brasas con polvo, basura, etc., se levanta humareda. Esa humareda es comparable a la "conciencia de pecado" del ser humano. No habiendo brasa en el brasero, no se forma la humareda; y aunque haya brasa, si no se cubre por elementos tales como el polvo, basura, etc., no se forma el humo. No obstante, la brasa en sí no constituye la humareda, ni tampoco los elementos como polvo o basura, en sí, constituyen la humareda, ni tampoco los elementos […]